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Cuidar los vínculos que te nutren

  • Yazmin
  • 30 oct
  • 2 Min. de lectura

Hay momentos en los que la vida se vuelve tan rápida que casi no nos damos cuenta de todo lo que tenemos alrededor. Nos levantamos, trabajamos, resolvemos mil cosas, y cuando termina el día… ¿cuánto tiempo real pasamos con las personas que nos importan?

A veces creemos que los vínculos fuertes se sostienen solos, que por ser “familia”, “pareja” o “amigos de toda la vida”, el lazo no necesita cuidados. Pero la verdad es que las relaciones también se alimentan. Se nutren de tiempo, de atención, de palabras sinceras, de gestos pequeños que, sin darnos cuenta, construyen confianza y cercanía.


No se trata de tener relaciones perfectas —eso no existe—, sino de cuidar las que nos hacen bien. De poner energía donde hay amor, donde hay reciprocidad, donde sentimos que podemos ser nosotros mismos sin filtros ni máscaras.


Con la familia, a veces cuesta. Hay historias, diferencias, heridas del pasado. Pero también hay raíces. Y reconectar no siempre significa hablar todos los días, sino hacerlo desde un lugar genuino, sin reproches, con ganas de entender y de dejar atrás lo que ya no suma.


Con la pareja, el reto es otro: mantener la complicidad en medio de la rutina. No dejar que el día a día apague las ganas de sorprender, de escuchar, de compartir proyectos. Amar también es una decisión diaria: elegir cuidar el vínculo incluso cuando no todo es fácil.


Y con los amigos… qué importante es no darlos por sentados. Los amigos verdaderos son ese refugio donde uno puede respirar sin miedo al juicio. A veces basta un mensaje, una llamada o una risa compartida para recordar que siguen ahí, incluso cuando la vida los lleva por caminos distintos.


Cuidar los vínculos que nos nutren no es un lujo, es una necesidad emocional. Porque en un mundo que nos empuja a correr, a producir y a “estar bien” todo el tiempo, tener personas con las que simplemente podemos ser es un acto de equilibrio y de sanidad mental.


Quizás hoy sea un buen día para hacerlo: mandar ese mensaje, proponer un encuentro, decir “te quiero” sin motivo. Los vínculos no se cuidan con grandes gestos, sino con pequeñas acciones repetidas que dicen: “me importás”.


Al final, eso es lo que queda: las personas que estuvieron, los lazos que sostuvimos y el amor que decidimos seguir cultivando.



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