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Tecnología en la infancia: ¿Una aliada o una fuente de distracción?

  • Yazmin
  • 12 sept
  • 3 Min. de lectura

La tecnología llegó para quedarse. Hoy, nuestros hijos crecen rodeados de pantallas, asistentes de voz y aplicaciones inteligentes que forman parte de su entorno cotidiano, casi como un miembro más de la familia. Pero entre tanta innovación y comodidad digital, surge una pregunta inevitable: ¿Está la tecnología realmente apoyando el desarrollo emocional de los niños… o los está alejando de lo que verdaderamente necesitan para crecer sanos y conectados?


La respuesta no es tan simple como un sí o un no. Como cualquier herramienta, todo depende de cómo se use. Y lo cierto es que, bien utilizada, la tecnología puede ser una gran aliada en el crecimiento emocional de los más pequeños.

Lejos de ser una enemiga, la tecnología puede convertirse en una herramienta poderosa para apoyar el desarrollo emocional infantil, siempre que se use de forma consciente y con acompañamiento adulto. 


En ciertos casos, la tecnología no reemplaza la interacción humana, pero sí puede complementar y reforzar. La clave está en que esté al servicio del niño, no al revés.

Si bien es cierto la tecnología tiene potencial, también puede convertirse en un obstáculo emocional si no se usa con límites claros. El problema no es la pantalla en sí, sino lo que dejamos de hacer cuando está siempre encendida. Estos son algunos de los riesgos más comunes:


  • Menor tolerancia a la frustración: Los juegos y apps están diseñados para ofrecer recompensas inmediatas. ¿El resultado? Los niños pueden perder la capacidad de esperar, aburrirse o manejar pequeñas frustraciones cotidianas.

  • Empatía en pausa: Cuando se reemplazan las interacciones cara a cara por interacciones con pantallas, los niños tienen menos oportunidades de leer gestos, interpretar emociones reales o aprender a ponerse en el lugar del otro.

  • Uso como “calmante emocional”: Si cada berrinche se apaga con una pantalla, los niños no aprenden a gestionar lo que sienten, sino a distraerse de ello. A largo plazo, esto puede dificultar la regulación emocional.

  • Desconexión familiar: Cuando los dispositivos ocupan los espacios de convivencia (comidas, paseos, juegos), se pierde algo valioso: la oportunidad de crear vínculos afectivos fuertes y memorias compartidas.


¿Qué podemos hacer como familia? La respuesta no está en prohibir la tecnología, sino en usar cada herramienta con intención y equilibrio. Los niños no necesitan un entorno libre de pantallas, pero sí uno lleno de presencia, conexión y guía emocional.

Aquí van algunas ideas simples (pero poderosas) para acompañar el crecimiento emocional en la era digital:


  • Acompaña, no solo permitas: Si tu hijo está usando una app o viendo un video, quédate cerca. Pregunta qué siente, qué piensa, qué aprendió. Participa de su mundo digital cómo participas del real.

  • Crea momentos sin pantallas: Hay espacios que deben ser sagrados: la hora de la comida, el momento antes de dormir, una caminata juntos. Sin notificaciones. Solo ustedes.

  • Promueve el diálogo emocional: No esperes que una app lo haga por ti. Pregunta cómo se siente, ayúdalo a ponerle nombre a sus emociones, válida lo que le pasa. Eso no lo enseña ninguna inteligencia artificial.


La tecnología puede ser una gran aliada para el desarrollo emocional de nuestros hijos… Pero nunca debe reemplazar lo esencial: el contacto humano, la escucha, el juego, el vínculo.


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